Acuario se representa con la imagen de un hombre que vierte el agua de una enorme jarra. Sin embargo, existe modernamente una tendencia a convertir esta figura en una mujer. La imagen parece derivar, en sus orígenes, de la figura de Hapi, dios del Nilo que vertía el agua de dos jarras. Existía incluso una primitiva representación babilónica de un dios que sujetaba un cántaro de agua, pero que tenía también el poder de verter agua de sus propias manos.
El nombre babilónico de Acuario puede significar tanto «gran estrella» como «constelación del gran hombre». Esta última designación es interesante, porque más tarde, cuando Acuario fue adaptado a la simbología cristiana, conservó su naturaleza a la vez divina y humana. Cuando los cuatro signos «fijos» del zodíaco pasaron a ser símbolos de los cuatro evangelistas, Acuario representó a san Mateo. Aunque constituía, de los cuatro, el símbolo humano, fue representado con alas, lo cual subrayaba su naturaleza angélica y espiritual. La representación cristiana incluía además un pliego de pergaminos o un libro del que procedían los poderes espirituales, en lugar de la jarra de agua.
Con el paso del tiempo, el elemento humano fue enfatizado a expensas del divino. Mientras la imagen de la constelación se representaba habitualmente como un hombre o una mujer alados, la imaginería zodiacal más popular empezó a mostrar a Acuario como un ser humano desprovisto de alas, como si el antiguo dios hubiera descendido a la Tierra.
Las finas líneas en zig-zag que simbolizan a Acuario son consideradas generalmente como dibujos de las olas del agua. Y sin embargo Acuario, a pesar de su nombre, es uno de los signos de aire. Algunos astrólogos modernos aseguran que el dibujo muestra una corriente eléctrica, pero no existe fundamento histórico alguno para esta afirmación.
En realidad este símbolo no encierra grandes misterios, ya que las líneas en zig-zag derivan de los primeros símbolos medievales, que representaban sin ninguna duda el agua que fluía de la jarra de Acuario. El elemento más importante es el que permanece invisible: el espacio entre las dos líneas. En él vemos el aire que separa las dos corrientes, el aire que «circula entre las dos líneas de la vida», el espacio cósmico que permite la vida de los objetos. Mientras Leo rige el corazón y la sangre, Acuario rige la circulación, cuya principal función es el transporte del oxígeno -que a su vez procede del aire- a todo el cuerpo.
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