Hoy visite el árbol donde por primera vez escuche y dije palabras de amor… Y aún esta llenito de mangos.
De regreso a casa mis pies me llevaron a un lugar desconocido y familiar, y allí estaba el, frondoso como lo recordaba. Su olor me hizo revivir esas palabras y caricias dulces, esas visitas a escondidas, el primer beso y la primera mirada, todo estaba allí, fresco como sus mangos.
Me senté y sonreí con los recuerdos de aquel niño que sentía el amor por primera vez, y reconocí que ese sentimiento no había cambiado, es igualito hoy que ayer, me hace sonreír igual, vibrar igual, crecer igual, sentirme unido al otro y a mi . Hoy te agradezco a ti, el primero, y a este gran árbol que fue el testigo y protector de nuestros amor.
Al igual que el amor, el mango se come en su momento y el sabor lo recordamos para siempre. El amor me huele a frutas!