Todo sistema familiar está constituido de dos linajes principales, el masculino y el femenino. Ambos movimientos habitan en nosotros como ríos que crean nuevos espacios para la vida.
El linaje masculino, ese que está representado por los hombres de la casa, nuestro Padre, tiene una función principal, compartir. El conflicto de este linaje se presenta cuando ese Dar está basado en la necesidad de aprobación y reconocimiento. Esto puede afectarnos en lo laboral y económico, en la fama y el nombre, y claro está en nuestra capacidad de servir a otros.
Una manera de restituir el orden perdido de este linaje es dar anónimamente, es decir, ve y apoya a una persona o institución sin que nadie sepa que tú lo hiciste, sin que nadie te de las gracias.
El linaje femenino está representado por todas las mujeres que ha pertenecido al sistema, principalmente nuestra Madre. Este linaje tiene como función principal recibir. El embrollo se manifiesta cuando recibimos sin considerar las necesidades de los demás, esto se refleja de inmediato en todo lo que tiene que ver con relaciones y el amor, en nuestra vida en colectividad y el desarrollo de nuestra comunidad y país.
Una manera de restablecer esta energía es salir de nuestra zona de confort y mirar el corazón de los demás, ve que sucede más allá de ti, pregúntate cómo puedes contribuir al bienestar de todos con cada cosa que recibes. “Ama a tu prójimo…”
Ahora, existe otro reino al que pertenecemos antes de hacernos adultos y que vive en nosotros para siempre, el reino de los niñ@s.
Los niñ@s son el inicio, la semilla, el potencial de todo lo que será ya existe en cada bebe. Muchas veces no le damos la importancia necesario, pero es aquí donde todo comienza. El peligro de este reino consiste en creer que las infracciones menores no son gran cosa, “ agarre solo un centavo”, “ me comí solo un pedacito de pan”, “ es solo un poco de polvo”. Las pequeñas acciones se acumulan y es allí donde nuestro ego y comportamiento se corrompe. Las consecuencias de este reino tienen implicaciones en todo.
La manera de restaurar el orden aquí es siendo impecables en los detalles más pequeños, aún más cuando nadie nos ve.
Esta acción puede no sólo sanar traumas de la infancia, si no también a los otros dos linajes anteriores.
Cada uno tiene estas tres fuerzas activas en todo momento. Es en observar lo que estamos haciendo y sus consecuencias, y en crear el movimiento sanador, lo que nos llevará a unirnos a una fuerza aún más grande que nosotros , y a vivir en el milagro de ser felices ahora.