Las Raíces paganas de las pascuas las podemos encontrar en las milenarias celebraciones de primavera alrededor del mundo. Estos días representan para diferentes culturas y religiones el final de la muerte y la resurrección de la vida, dando inicio del periodo de reproducción y fertilidad, siembre y cosecha.
Estos rituales deben ser unos de las más antiguos de la historia. Nos remontaremos en principio a Babilonia, 2400 AC en donde la fiesta a la luna era unida al inicio de la primavera, dando inicio al año nuevo. Los judíos celebran en estas fechas el Passover, se cree debido a que en este periodo una gran cantidad de ellos eran prisioneros de los babilonios.
En América, las culturas Maya e Inca crearon grandes ciudades con pirámides construidas de forma tal de calcular la salida del sol el día del equinoccio de primavera. Ese día se celebraban grandes festines populares a los dioses de la fertilidad, la vida y la muerte.
El centro de estas festividades eran los dioses relacionados con la muerte y el renacimiento, entre muchos podemos encontrar a Attis (Roma 200 AC), Este subía de los infiernos una vez al año a ver a su amada Cybele diosa de la fertilidad, era en ese momento cuando la tierra florecía. Attis ha sido llamado de muchas formas en la historia: Osiris, Orfeo, Dionisio, Tammuz, Jesús, etc.
Otro nombre dado a esta celebración fue Eostre que era el mismo nombre de la diosa germana de la luna. Se presume que de esta palabra se derivan las palabras “Easter” (Pascua) y el de la hormona femenina, Estrógeno. El día del Solsticio era cuando esta diosa se unía al dios Sol, de esta unión nacería 9 meses más tarde el dios Yule, el Solsticio de Invierno.
Como podemos ver todo esto tienen en común el poder de lo femenino que apoya al renacimiento de lo masculino. Esa energía femenina que se ha venido gestando y creciendo desde el Otoño, ahora se une a lo masculino para reproducirse y darle vida a todo a su alrededor. Será ahora la energía de lo masculino la responsable de guiarnos hasta el mes de Septiembre.
Dos de los símbolos de la diosa Eostre fueron la liebre (por lo prolíferos) y el huevo, el cual simboliza el crecimiento de una nueva vida. Ambos símbolos aun continúan siendo importantes en la celebración de las Pascuas.
Sin importar la época histórica o las creencias religiosas, la fascinación por el circulo sagrado de la vida y la muerte siempre ha estado. El triunfo sobre la muerte es cosa que aun nos inquieta, desde la preservación de la juventud eterna hasta la erradicación de las enfermedades, la salvación de nuestras almas por medio de rituales religiosos, etc. La resurrección es un acto diario sobre nuestras propias limitaciones y temores. El símbolo externo no es mas que un recordatorio del poder que cada uno posee de transformación. La vida y la muerte en su danza eterna nos apoyan a renacer constantemente.